Un hombre es solo un hombre.
Le miré desde el pasillo, estaba sentado en el sofá, como siempre, pintando en su cuaderno algún boceto abstracto. Estaba triste, como siempre, no sabría decir por qué, pero lo estaba, se sentiría solo, marginado, abstraído, envuelto en un mundo complejo del que no es nada fácil salir. Yo estaba preocupada asique me acerqué, me senté a su lado y le miré a un rato sin mediar palabra. Contemplé su rostro, no presté apenas atención al dibujo, tan solo observé sus facciones tan hermosas, era un niño muy guapo, no entendía del todo bien por qué malgastaba su vida encerrado en casa. - ¿Por qué estás triste, puedo ayudarte en algo? Necesitas salir a tomar el aire, te pasas la vida dibujando, hay más cosas ahí fuera – le dije mientras le acariciaba el pelo con ternura, al fin y al cabo era la persona a la que más quería y estaba preocupada. - No estoy triste – me respondió con una leve sonrisa en la cara, como si escondiese algo, como si no quisiese decirme lo que re