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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Solitaria despedida.

El frío invernal ya no calienta, ya no me siente, ya no me anhela. El frío se consume en la nada, sin valor, sin emociones talladas en el vaho de las ventanas. El frío se vuelve tenue en esta espiral de apatía y conformismo. El frío se vuelve lejano en esta lujuria arrinconada en el cajón más polvoriento. El invierno ya no es triste, ya no es alegre. Las navidades envejecen con mi magullada piel. La familia desciende mientras mis parpados se cierran, mientras mi mirada se pierde entre las frías paredes de un cuarto que ya no escucha mis penas. Ya no hay sangre en mis venas, ya no hay aire que respirar, ni cadenas que romper. Estás solo tú frente a la verdad, frente a la cruel realidad que nos observa, que con su brutal pureza nos arropa entre llantos, nos apuñala con sus manos y nos rompe el alma con entereza. Somos organismos insignificantes navegando por un hermoso mar. Somos seres incapaces, fugaces e inservibles. Es el tiempo nuestro dios, es la