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Mostrando entradas de octubre, 2016

Ya eres todo lo que quieres ser, tú eliges lo que quieres ver.

Te veo aparecer vestida de blanco para mi funeral, esperando que el tiempo cambie y yo deje de ser yo, aunque al final, ya no estoy. La vida se complica cuando menos te lo esperas, y ahí estás tú para exculparte, para decir... "yo no he sido", ¿quién va a ser sino? No seamos estúpidos, somos dueños de nuestros actos, les damos libertad y ellos escogen nuestro destino, sí, lo siento, sé que duele asumir que no hay una mano que nos gobierna, sino que somos nosotros los que lidiamos con la vida, a veces ganamos y la mayoría perdemos, a veces tropezamos y la mayoría nos levantamos, vemos la luz y empezamos de cero. ¿Qué pasa? ¿Acaso hay un Dios gobernando? Nadie va a librarte de tus actos, nadie va a librarte de ti mismo, porque al final, cuando todo acabe al único que tendrás que dar explicaciones está al otro lado del espejo, sí, Alicia, tú también, ver conejos también se paga, sobretodo con tiempo. Nos miramos, deseamos tenernos cerca, deseamos ser más guapos, más altos, más

Húmedas caricias en mi alma sucia.

Hay lluvia bajo tus medias, una venta abierta y me amenazan los recuerdos de un pasado incauto. Observo el paisaje y los árboles resbalan tu calor por el verdor de sus hojas, mientras, en la otra habitación, mi vergüenza se deja llevar por tu delicado atrevimiento y en mi cabeza la libertad grita de placer cuando acabas, dejándome atrapado en mi mundo. Tú, entre lágrimas, me preguntas: "¿En qué piensas?", y yo, tumbado en la cama de mi amargura te respondo suave: "En nada, amor".

Destrozado por tu ausencia.

No sé describir lo que siento, no sé de que manera expresar aquello que me carcome, simplemente estoy sufriendo como nunca antes había sufrido, solo, anclado en una monotonía repleta de caras sonrientes y falsedad. Dibujando palabras en mi mente que nunca se llegan a cabo y mientras, el mundo, destroza mis sueños como si fuesen de papel, sin darse cuenta que son de papel. Me estoy volviendo loco, convirtiendo en un vagabundo emocional, sin casa donde cobijarme, sin un suelo que pisar, sin un presente al que acariciar. Tan solo recuerdos que me hacen llorar, tan solo páginas de un cuento que nunca pensé que fuese a terminar. Mi mente cree que nada es real pero mi corazón sangra, mi corazón se abre y la herida no sana. Mis ojos no son capaz de afrontar la luz, mis oídos no escuchan más que un silencio desolador y mi cuerpo se hunde en la miseria de una espera que nunca tendrá fin. Quiero desaparecer, o no lo sé, quizá vagar por mi mundo, por mi caseta en aquel bosque donde nunca dejaba d

Lágrimas que no sé donde colocar.

Estoy en blanco, como el papel, dudo de mí mismo y de mis decisiones, afronto el dolor y la desolación con la calma de un poeta enfermo. Compenso mis penurias con palabras sin versos, sin caricias y absurdos pensamientos que me obligan a creer en verdades a medias, sin medias, sin pasión que arranque mi dulzura. Muerto por dentro, apático, un desastre suculento. No sé decirlo mejor, tan solo ansío más dolor, un lugar lejos de un mundo que me aprisiona y dictamina aquello que está bien y aquello que está mal. Quiero correr, o dormir, no sé, solo quiero dejar de sufrir de esta manera, entenderme a mí mismo, entender lo que llevo dentro, porque ya no sé ni si existo.

Coloreando alguna página.

Acaricio la soledad escribiendo en la libreta que tú me regalaste, esperando que entiendas mis lágrimas cuando ni yo mismo me entiendo. Acaricio sin piedad tu recuerdo, dibujando en mi libreta palabras vacías, añorando la ternura de tu miedos, sentado, consolándome pasando páginas de un libro que escapó a mis manías. Sueño con la sangre de tu cuerpo, el azul de tus venas ocultas y la pasión de tu cariño. Sueño que sin ti me descompongo, que el recuerdo muerde mis culpas y que mi corazón se pierde en el frío. Congelo mi mente y derramo agua en los mofletes de mi alma. Caliento mis humo y me prendo fuego para compensar la rabia de mis armas. Lo siento, no sé cantar, tampoco dibujar, tampoco tener una vida normal, solo sé escribirte a color en páginas en blanco.

Follando intenso el alma de un extraño.

Soy una persona gris. Nací entre el vacío y las películas de Kubrick. Cineasta reprimido que busca huir del círculo, escribir palabras auténticas que camuflan imágenes monótonas. Soñar con tus vicios, rozar tus piernas magnéticas y reír en prosa las bromas de un poeta loco. Soy sinónimo de extraño, pues mi corazón palpita lento, ama suave y folla intenso.

Sucio.

Quiero suciedad, morirme del asco, vomitar entre abrazos. Quiero dominar, controlar la ansiedad, de soñar con tu tacto. Quiero descender a lo más bajo, sonreír al diablo, escupir al Dios olvidado. Quiero trascender, ser un moribundo, un monstruo sin sed. Quiero desaparecer, escribir el anochecer de tus largos llantos e irme a la cama esperando arder en apacible calma. No sé muy bien cómo explicar lo que siento, siquiera soy capaz de convencerme a mí mismo de que esta mierda vale de algo, pero aquí estoy, muriendo por dentro mientras las culpas me pesan y aflora el llanto.

La tinta resbala mejor en mi libreta.

Estoy sucio, muy sucio. ¿Por qué? Colapso interno. Voy mugriento, muriendo. Espera, pues soy eterno. No temas, sufro dentro. No llores, soy desierto. Aclama corriendo y despierta del sueño, necesito un encuentro. Acércate que muerdo. Acércate que lloro, ya, envuelto en prosaico oro, estoy esperando el juicio.