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Mostrando entradas de octubre, 2019

Sin significado.

Incuestionable lucidez errática, pasión frenética que me consume. Imperturbable caída que me amedrenta, mediática sed asfixiante. Imperecedero valor inquebrantable, que, con su luz, apaga mis sentidos. Imperceptible sufrimiento que transpira, inverosímil amor que perdura.

9. La alegórica soledad que habita en mis palabras. Diario de un fantasma.

Canto y nadie atiende a las notas que vocifero. Dibujo y nadie se para a observar, con detenimiento, mi obra. Escribo, y la gente llora, no por mi capacidad, sino por la tristeza de mis versos. Compenso mis carencias con dulces palabras arbitrarias, Que nacen de la desconfianza, del enigma de mi soledad, Abrazando, desesperadas, las obras de un corazón sangrante. Me aíslo en la cárcel de mi yo interior, De mi alma quebrada, asustada, Por las locuras que dictan mis ausencias. Juez de mis propios pecados, Arbitro de la añoranza de mi ensimismado altruismo, Cazador de mi tan añorado cariño. Las miro y sollozo, pues su piel no es más que frío en el desierto, sed bajo el mar. Me miro y lloro, Pues mi piel no es más que veneno para el alma, Monedas para el barquero. La miro y aprendo, Pues su tacto es luz de luna, El agua de la tan ansiada vida. Aúllo bajo la tierra, Buscando en mí una respuesta artificial, Un vacío bajo la grandez

8. Alma gemela. Diario de un fantasma.

Su figura era eterna, repleta de misterios e insinuaciones. Yo la vi, en aquella mesa sucia y mancillada, Harta de aburridas conversaciones y gritos sin sentido. Su mirada era cruda, borde e indescifrable, Su rostro níveo como la luna cuando se asoma plena e iluminada, Y, al igual que el astro, con dos hermosos cráteres en sus mejillas. Yo, incapaz de aguantar su mirada, permanecí pálido, consumido por la realidad, Esperanzado, creyendo que otra alma había coqueteado con la mía, habiendo instaurado su aroma en mi hogar para siempre. ¿Quién era yo para un ángel tan puro? No era más que piel muerta, Un cordero que espera su sacrifico para aquel dios tan malvado. Ya no existían más deidades para mí, el ángel se convirtió en mi vida, Mi camino, mi lugar en el mundo. Ella estaba ahí, alumbrándome con su eterna grandeza. Mi mundo cambió, cada acto se volvía insípido sin su tacto, Sin la luz que calentaba mis noches, Sin el abrazo donde cobijarme

7. Quiero la paz bajo tu manto. Diario de un fantasma.

Quiero medir la luna con los ojos cerrados De la mano de aquellas personas que sienten por mí, que me protegen y cuidan. Quiero existir en mi mirada, en las lágrimas de quienes nunca me hicieron daño, en las sonrisas de quienes me traicionaron. Quiero ser yo mismo y no el caos, la fuerza que arremete y me perturba, que me compadece y aprisiona. Quiero ser menos tú y más yo, como decía aquella canción, como sentía al mirarte. Quiero evaporarme en el fuego de quien me quiere, despedirme de todos los que nunca estuvieron y arrinconarme donde nunca estuve. Quiero perderme en mi apatía y encontrarme, compadecer a quienes me compadecieron y olvidarme de la rima. Quiero no tener que ser nunca más, no sufrir por personas que no son nada, que nunca dieron por salvarte. Quiero querer a los que me quisieron cuando yo no sabía querer y aun así, todo lo di por ellos. Quiero conquistar la sonrisa de quien siempre me conquista, de quien a pesar de mis rarezas, me abra