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Sin significado.

Incuestionable lucidez errática, pasión frenética que me consume. Imperturbable caída que me amedrenta, mediática sed asfixiante. Imperecedero valor inquebrantable, que, con su luz, apaga mis sentidos. Imperceptible sufrimiento que transpira, inverosímil amor que perdura.

9. La alegórica soledad que habita en mis palabras. Diario de un fantasma.

Canto y nadie atiende a las notas que vocifero. Dibujo y nadie se para a observar, con detenimiento, mi obra. Escribo, y la gente llora, no por mi capacidad, sino por la tristeza de mis versos. Compenso mis carencias con dulces palabras arbitrarias, Que nacen de la desconfianza, del enigma de mi soledad, Abrazando, desesperadas, las obras de un corazón sangrante. Me aíslo en la cárcel de mi yo interior, De mi alma quebrada, asustada, Por las locuras que dictan mis ausencias. Juez de mis propios pecados, Arbitro de la añoranza de mi ensimismado altruismo, Cazador de mi tan añorado cariño. Las miro y sollozo, pues su piel no es más que frío en el desierto, sed bajo el mar. Me miro y lloro, Pues mi piel no es más que veneno para el alma, Monedas para el barquero. La miro y aprendo, Pues su tacto es luz de luna, El agua de la tan ansiada vida. Aúllo bajo la tierra, Buscando en mí una respuesta artificial, Un vacío bajo la grandez

8. Alma gemela. Diario de un fantasma.

Su figura era eterna, repleta de misterios e insinuaciones. Yo la vi, en aquella mesa sucia y mancillada, Harta de aburridas conversaciones y gritos sin sentido. Su mirada era cruda, borde e indescifrable, Su rostro níveo como la luna cuando se asoma plena e iluminada, Y, al igual que el astro, con dos hermosos cráteres en sus mejillas. Yo, incapaz de aguantar su mirada, permanecí pálido, consumido por la realidad, Esperanzado, creyendo que otra alma había coqueteado con la mía, habiendo instaurado su aroma en mi hogar para siempre. ¿Quién era yo para un ángel tan puro? No era más que piel muerta, Un cordero que espera su sacrifico para aquel dios tan malvado. Ya no existían más deidades para mí, el ángel se convirtió en mi vida, Mi camino, mi lugar en el mundo. Ella estaba ahí, alumbrándome con su eterna grandeza. Mi mundo cambió, cada acto se volvía insípido sin su tacto, Sin la luz que calentaba mis noches, Sin el abrazo donde cobijarme

7. Quiero la paz bajo tu manto. Diario de un fantasma.

Quiero medir la luna con los ojos cerrados De la mano de aquellas personas que sienten por mí, que me protegen y cuidan. Quiero existir en mi mirada, en las lágrimas de quienes nunca me hicieron daño, en las sonrisas de quienes me traicionaron. Quiero ser yo mismo y no el caos, la fuerza que arremete y me perturba, que me compadece y aprisiona. Quiero ser menos tú y más yo, como decía aquella canción, como sentía al mirarte. Quiero evaporarme en el fuego de quien me quiere, despedirme de todos los que nunca estuvieron y arrinconarme donde nunca estuve. Quiero perderme en mi apatía y encontrarme, compadecer a quienes me compadecieron y olvidarme de la rima. Quiero no tener que ser nunca más, no sufrir por personas que no son nada, que nunca dieron por salvarte. Quiero querer a los que me quisieron cuando yo no sabía querer y aun así, todo lo di por ellos. Quiero conquistar la sonrisa de quien siempre me conquista, de quien a pesar de mis rarezas, me abra

En pocas palabras #7.

- ¿Cómo estás? - Roto. - ¿Y eso? - Porque los juguetes siempre se estropean cuando no los tratan con cariño.

6. Huida. Diario de un fantasma.

Se fue, bien lejos, cargada de apatía e indiferencia, Corroída por la esperanza que te otorga una posible respuesta, Abandonando todo aquello que yo representé algún día. Se fue de mi vida, aplastando cada emoción, cada susurro del pasado, Constituyendo una única verdad, la tristeza del cansancio, la imposibilidad de continuar con algo que no quiere aportar. Se fue, con una nueva excusa, con una nueva razón para no pensar en nada más que en todo aquello que cubren las fronteras de su piel, Aislando cada beso externo, cada caricia, cada te quiero. Se fue, mirando para dentro, cerrando los ojos a todo lo que alguna vez la sostuvo, olvidando todo lo que alguna vez fue suyo. Se fue sin rozar con sus labios mi alma indefinida, Mi corazón apagado, y repleto de espinas Que se mueren lentamente con una simple caricia de sus manos. Se fue con total libertad para equivocarse, con la posibilidad de arrepentirse, Construyendo muros donde nunca fue necesa

5. Traición. Diario de un fantasma.

Caricia que no siente y deambula por la oscuridad en busca de cariño, Que transita esperando una respuesta que nunca llegará, Que nunca acercará vuestras manos nunca más. Obsesión que desencadena la mayor de las rabias, el mayor de los enfados, Que, junto con el amor incondicional, aprisiona e inhabilita tus sentidos, Enturbia cada objeto del pasado y enfurece tus recuerdos. Caricia embelesada por el llanto, por la ternura de la soledad, Carente de deseo, envuelta en una realidad sencilla y pacífica, Donde ya solo estás tú, cansado de dar, de no recibir. Obsesión que se empodera, que hace del mal una virtud, Del bien poco más que un reducto inocuo, Y de la pasión un simple bien necesario, carente de cualquier tipo de espiritualidad. Sonámbulo con insomnio, incapaz de dejar de lado los sueños, El mundo onírico de mi pasado, de mi incandescente vida irrisoria, Amante de la naturaleza y de la verdad, del yo carente de identidad.  

4. La caída. Diario de un fantasma.

La caída es dura, como el llanto de un bebé, Como las palabras que abandonan, Como el pésame de quien nunca estuvo. La caída siempre se hace insoportable, insalvable. No es más que un reflejo de nuestra debilidad, De nuestra infinita ignorancia y de la impasible necesidad de aceptación. La caída nos corroe, nos perfora con toda su amargura, Con el sutil tacto de quien carece de empatía, Con el infinito amor de quien solo se ama así mismo. La caída es la insoportable sensación de vivir, De estar en constante cambio, De no ser capaz de ser lo que realmente has venido a ser. La caída es no aceptar que no eres más que una pequeña parte, Una concepción hermosa de algo que nunca verás, Y de lo que jamás tendrás conciencia, pues no está en tu misión tenerla. La caída es un mar alterado por la sorpresiva entrada de un agente externo. La impasible revelación de que todo está mal, De que no cumples con lo que te autoimpones. La caída es la revela

3. La verdadera tragedia de la muerte. Diario de un fantasma.

La muerte no es más que la sangre derramada de mi ser, La moneda que esclaviza y decapita, La ruin presencia que nos seduce y corrompe. Siempre queremos huir de ella, Comprenderla sin experimentarla, Soñar que se va y no vuelve, que abandona su propósito. No es más que el precipicio, el horizonte, La gran tragedia que asola nuestra mente, Que perturba nuestros pensamientos. Es la razón que da vida a nuestras inquietudes, Que, con su crueldad, nos guía hacia el fuego, Hacia la verdad oculta en el panteón de los innombrables. El silencio, eterno, la mentira más grande. La incertidumbre, el don más hermoso. El castigo más horrible, el enorme coste del conocimiento. Y, mientras tanto, yo, asumiendo que no es real, Que no fluye, que sucumbe a mis presagios, Que escapa de mis manos como arena fina. La tragedia es el saber que nunca lo comprenderemos, Que nunca asumiremos el vacío, Que jamás vislumbraremos ni a un Dios ni un castigo. Ta

2. Tú y yo somos la misma cosa. Diario de un fantasma.

La culpa asola mi corazón, Alzándose en armas contra mi cordura, Batallando por el control de mi cuerpo. Mi alma llora, triste, envuelta en una realidad profana, insulsa, Atónita por el conflicto, por la sangre derramada. Mis ojos salpicados, mi mente manchada por su sucia derrota. Solo el canto de una hermosa ave puede calmar mi rabia confusa, La entidad desvirtualizada, la esencia corroída Por la espesa niebla de mi ser, por la identidad, por la ambición. El tacto de la indiferencia se injerta en mi visión, Corrompe lo que creo ser y mancilla mi nombre, Esperando así que crezca, sin saber que soy hierba seca. La poesía me salva de ser salvado, Utilizando la palabra como fin no comunicativo, Abstrayéndome a mi ser, evitando el yo. Ya no busco expresar, tan solo identificar mi comunión, Lo esencial en lo común, en lo compartido. Entablando una conversación con un Dios al que pertenezco. Ahí está, en las cosas, en mi piel, Anhelando de

1. Vagando por la transición. Diario de un fantasma.

Vago, buscando entenderme, Explicándome a mí mismo las cosas, Conversando con una pared. Escribo apagado, vacío, sin saber por qué. Anhelando una oscuridad perenne, Que anule mis sentidos y deconstruya mi identidad. Construyo ansioso los muros de mi piel, Soñando con que mi yo me dejé en paz Y sea al fin capaz de verme. Hablo sin saber que decir, pues estoy perdido En el mar de la costumbre, de lo perceptible. Hablo y no sé por qué, tan solo soy, sin razón aparente. Crezco y no soy más, solo respiro, follo y conspiro contra mí. Me miro mientras el espejo llora y arremete con su intangible vaho, Paciente, deseoso de no volver a desear. Me contesto en silencio, sin esperar más respuesta Que el rechinar de unos dientes cansados, Devastados por estar tan lejos y tan cerca de algún beso apasionado. Mi corazón respira alegre, pues al escribir olvida Y conspira contra la verdad, sin buscar ayuda, sin ensalzarse. Solo quiere el silencio de

Algo habrá que decir.

Encontré una canción y me inspiró, como una gota de agua que anuncia una lágrima, como un cristal que refleja tu verdadero yo. ¿Tienes miedo? Sí, ahora mi vida es demasiado valiosa, demasiado insignificante. Intento entenderme y no lo consigo, todo es demasiado caótico, normal que nadie lograse hacerlo. No culpo, tan solo ansío, respiro y aprecio como mi cuerpo deja de existir. ¿Agobiado? Es normal estarlo cuando el mundo canta y tu solo quieres silencio, vacío. Conspiro contra mí, como si hubiese dos, como si las verdades fuesen mentira y la oscuridad un nidito de luz. Ya no sé ni lo que escribo, tampoco es importante, dejo que fluya como el agua en tu garganta, como el sudor en tu frente. Mírame, ¿estás a gusto? Cuanto más raro mejor, cuanto menos se entienda, así nadie accederá a mi mente. Nada más que una fotografía en blanco y negro, o mejor, solo en blanco, el negro ya está demasiado de moda. Una sonrisa se posa en mi memoria, es preciosa. Es algo así como un pájaro risu

Las noches son largas y las lágrimas pesan más de lo debido.

Es como cantar y no rimar, como reír y no suspirar. Es como rezar y no escuchar, como oler y no mirar. Es como sufrir y no querer, como decir y no sentirlo. Mentir y no creer, pensar y no escribir. Ayer lo soñé, lo vi claro y, hoy, sin embargo, apenas sé quien soy. Ayer lo lloré, lo entendí rápido, y sin embargo, hoy no amaneció. Las noches son más largas, el cansancio limita. El sueño abruma y las pesadillas me rompen. ¿Lo oyes? Está perdido. ¿Lo sientes? Se ha ido. No dijo ni adiós, se esfumó con la humareda, con la niebla de tu voz. Se escondió lejos, ajeno a cada esquina, a cada puerta, a cada ventana. ¿Respira? Hace tiempo que no. ¿Actúa? Se le olvidó. Acaricia lento, temeroso, no es más que un pobre corderillo, un animal herido. Se mira a sí mismo y no se ve, pero está ahí, solo y asustado, dudoso de él.

Solo quiero...

Quiero tenerte cerca, Rozar tu piel, Construir un hogar. Quiero dormirme en tu pecho, Escuchar tus penas, Recitarte mis tonterías. Quiero susurrarte, narrarte historias, Trabajar en tu cuerpo Y protejer tu alma. Solo quiero verte crecer a mi lado, entre sueños y caricias.

Alivios cómicos.

Dicen que estamos en constante cambio, pero mis días permanecen estáticos. Un día, otro, no son más que escenas en bucle con algún alivio cómico que altere ligeramente la historia.

No hay vida sin la muerte.

Cuando escucho decir a la gente que tienen miedo a la muerte me pregunto si alguna vez se han imaginado una vida sin final.

Me hubiese gustado...

Me hubiese gustado que los caminos no se torciesen, que las promesas perdurasen y tu perfume continuase en mi almuada. Me hubiese gustado... A veces es mejor callar y dejar que el alma olvide lentamente.

Cuando llueve.

Cuando llueve, el planeta no gira. La tierra se para, no llora, sana. Cuando llueve, el silencio resuena. Las gotas cantan, la hierba respira. Cuando llueve, el amor aflora. La nostalgia nace, el llanto transpira.

El amor de verdad.

El amor de verdad es una herida que nunca sana.

¿Dónde estoy?

El sol ya no ilumina mi camino. La luna ya no camina con mi tristeza. Las lágrimas se pierden en el mar. Las sonrisas se esconden tras la mentira. Ya no entiendo lo que miro. Ya no convivo con la bondad. Todo lo que soy delira. Todo lo que soy pesa.

Esa no es la cuestión.

Dios sabe lo que hago, lo que miro. Dios sabe lo que siento, lo que callo. Dios sabe cuando lloro, pero no está. Dios sabe cuando caigo, pero huye. Dios sabe pero, ¿qué más da? Pues saber sin hacer no sirve de nada.

¿Qué sucede?

La lluvia ya no habla, se esconde. El polvo ya no juega, nos mancha. La nieve ya no divierte, nos quema. El silencio ya no asusta, sorprende. Será el momento, será el tiempo. Seré yo, que, aunque me pese, crezco.

Soy lo que hiciste de mí.

Soy lo que me han hecho ser. Soy un mentiroso. Soy un hipócrita. Me enamoro cada segundo y con cada palabra, sin embargo, mis emociones se han apagado cual llama bajo la lluvia. Soy palabras vacías. Soy vientos helados. Soy aquello que tú hiciste que fuera, una lágrima seca.

Ojalá pudiese dormir.

Hoy es uno de esos días que me nace escribir. Sin motivo, solo porque hay palabras dentro de mí que luchan por escapar. Lo curioso es que hoy no ha sido un dolorido y tortuoso día, al revés, ha sido bonito e inolvidable. Uno de esos días que te hacen sonreír, lo raro, es que a mí esos días siempre me ponen triste. ¿Por qué? No lo sé la verdad, hay un pequeño demonio en mi interior que se encarga de arruinarme la vida, a veces creo que es porque una vez vendí mi alma por recuperar a una persona. No sé, quizá el demonio esté jugando a ser titiritero o quizá soy yo que simplemente soy gilipollas. Ambas dos me parecen respuestas razonables la verdad. Pero bueno, la vida es así, unos no se cuestionan y otros discutimos demasiado con nosotros mismos. Yo solo quiero que el mar embrabedico de mi interior se calme y la noche me acaricien los párpados con la tenue luz de la luna. No quiero soñar, tan solo respirar aire limpio donde nunca hubo aire y poder acariciar la piel repleta de lunares de

Ella y nadie más.

Hoy, en un día tan especial para muchas, yo solo soy capaz de acordarme de una. Quizá porque ella no necesita que se acuerden de ella y nunca necesitó que la escribiese. Será que ella es mujer, de esas que no pretende más que ser ella misma y sonreír sin cadenas, pues sólo con su sonrisa sanaba mi pena. Aún con todo, duele recordarla, pues sé que la quiero y sé que si lo siento así, es porque jamás necesitó que la quisiese. Ella y solo ella, pues si está ella, ¿quien quiere más?

La ironía de la ficción #1. Evadiendo la realidad.

Imagen
El clima no importaba aquel día, no me fije siquiera en si hacía calor o frío, simplemente me bajé del coche con mi amigo y me dirigí a aquel bar. Era un bar que nos daba confianza, seguridad, lo que se debía principalmente a nuestra recurrencia. ¿Por qué? Porque cuando éramos críos estábamos enganchados a una serie que ponían a todas horas en la televisión, y daba la casualidad que aquel bar se llamaba igual que aquel que frecuentaban los protagonistas. ¿Por qué me lo preguntaba? A veces hablaba conmigo mismo. Era algo habitual en mí, esa disociación inapropiada, pues al fin y al cabo, no era más que yo, nadie se escondía dentro de mí, aunque a veces lo pareciese. Entramos al lugar hablando sobre diversos temas, entre ellos la creación de una consecución de cuentos que teníamos pendiente. La verdad es que habituábamos a hacer planes que luego no salen a la luz, y por mucho que saliesen, la repercusión iba a ser tan ínfima que tampoco importaba demasiado. Sí que importa, dijo una

Fin.

No encuentro palabras para relatar lo que siento, ¿irónico verdad? El escritor se quedó sin tinta. Sin tatuajes en la piel, pero con palabras en la sangre. Nombres que jamás olvidaré. Cicatrices que amanecen cada anochecer. Horas que no pasan pues no hay números que las manecillas puedan señalar. Tiempo que ya fue y nunca será. Besos olvidados, escalofríos que no se sienten. Deseos que se convierten en prisión. Canciones que me apaciguan el alma mientras la desidia invade mi mente. Temblores mientras duermo, esperando lo imposible. Emperador de lo inesperado, de la nada. Gladiador sonámbulo, incapaz de día. Dueño y señor del vacío, de lo inexplorado y del cansancio. Indiferente, prosaico y nauseabundo. Imágenes que dañan y torturan. Imágenes que repelen y asustan. Dolor incrustado que supura. Siempre que escribo algo así me pregunto, ¿Cómo lo acabo? ¿Cuál es el final? No hay final, ni comienzo. Es crónico. Persistente. Permanece dentro de mí, devorado cada emoc

Sueños de arena #1. Nunca jamás.

La vida increpaba con su constancia y abominable rutina. El aire, cada vez más escaso, acariciaba su rostro con parsimoniosa ligereza, mostrando, de esta manera, que no iba a ser un día especial, tan solo un día más, en el cual, volver a recordar las perseverantes palabras que tanto le herían: “No eres un hombre”. ¿Qué significaba aquello? ¿Fue sincera? Él tan solo miraba el cielo, evadiendo así en silencio la estruendosa calle por la que transitaba. Demasiada gente, demasiados humanos. ¿Humanos? Hacia un tiempo que esa pregunta revoloteaba por su mente como cuervos tras la guerra. No hacía más que ir de un sitio para otro, ya siquiera se planteaba el porqué de todo aquello, tan solo iba, trabajaba, comía, volvía, se dormía, trabajaba. Así en un ciclo eterno hasta el final de sus días. Maquinas que existían para dar vida a una sociedad con entidad propia. Pero, muy a su pesar, debía de olvidar todas esas ideas malévolas que acechaban su cabeza, así nunca llegaría a ser un hombre. Re

En pocas palabras #6.

Volverla a mirar, ahí, dormidita, cual ángel perdido, es como volver a nacer.

En pocas palabras... #5.

- ¿Por qué no hablas? - Estoy escribiendo. - ¿Que dices? ¿Me ignoras mientras cenamos? - No, solo te miro en silencio para poder resguardar tu imagen en las palabras de un folio en blanco. 

En pocas palabras... #4.

¿Hacia dónde voy cuando ya sé que mis actos no cambian el destino?

En pocas palabras... #3.

Si no despierto por soñarte,  dormiré hasta besarte. 

Nueve días. Nostalgia #9.

¿A dónde fue su calor? ¿Se olvidó de mi tosca piel O absorbe el mío en su pecho? ¿Extrañó mi árida alma O se esconde asustada Y prendió una hoguera? ¿Dónde está la respuesta? ¿Asumió mi inutilidad O corre hacia mí en silencio?

Aquel añorado lugar.

Sentados en aquel lugar, Enseñándome tus estrellas, Abrazados en tu hogar. Acariciándome la mano, Observando el cielo oscuro, Regalándome el tiempo. Abrigando tu cuerpo cálido, Amándome en el tejado, Resguardando lo que somos.

Nueve días. Nostalgia #8.

La piedra continúa ahí, Redondeada y pequeña, Quieta, esperando a que pase. Pausada, paciente y cauta, Encomienda mi tragedia, Como las hadas la virtud. Sedienta de mi escasa lágrima, Cincelada y coqueta, Espera siempre que la extrañe.  

Nueve días. Nostalgia #7.

Sé que no existes, o eso dicen, Pero sé que estás ahí Contando tristes historias. Sé que no me ves ni me escuchas, Pero tus chistes son hermosos, Pues cual pez, nadas y te vas. Sé que me vistes y cuidas, Que tu alegre red me atrapa Y me escribes con cada aliento.  

En pocas palabras... #3.

Él miró al cielo y exigió poseer siempre la razón. Entonces, el cielo respondió y el hombre jamás volvió a hablar, pues quien calla, nunca se equivoca.

Nueve días. Nostalgia #6.

Aun miro a la estrellas, Esperando encontrarte ahí. Viejo amigo, ¿dónde estás? ¿Soñando? Es fácil perderse… Vuelve conmigo a la arena, Aquí, bailamos descalzos. ¿Seguirás vivo en el espacio? ¿Nadando, como prometimos, Bajo el río estrellado?

En pocas palabras... #2.

- ¿Cada cuánto piensas en verso? - Pregunta mejor cada cuánto no. - ¿Y eso? - Porque no sé pensarla de otra manera.

En pocas palabras... #1.

Si mi mundo es ella, ella es el mundo.

Nueve días. Nostalgia #5.

Ahí estás, abandonado, En la estantería, solo. ¿Oirás? Siempre lo pensé… ¿Qué haría? ¿Dónde iría? ¿A dónde va en sus sueños? ¿Viviría, siempre, esperándome? El cristal en sus ojos cálidos, La herida en su hocico, Y ahí está, cuidándome.