Uno más.

¿Me escuchas?
Yo ayer soñé contigo.
Eras tan hermosa...
Me aplastabas con tu dicha,
con tu fortuna,
con tus arrumacos suaves,
cálidos y despreocupados.
Me sonreías con dulzura,
con paciencia y compasión.
Escuchabas mis plegarias,
mis rasgados poemas,
mi canción.
Estabas frente a mí, cariñosa.
Atenta a cada movimiento,
a cada dolor innecesario.
Estabas ahí, con tus ojos claros,
con tu alma transparente.
Expectante.
Sin bostezos ni malas caras.
Simplemente estabas ahí,
soñando conmigo mientras yo dormía.
Mientras admitía que sufría.
Mientras sucumbía a la verdad.
Que tu crueldad,
que tu maldad,
está lejos de la razón.
Que tu sentido del humor,
murió hace mucho con tus pisadas.
Que si eres Dios, o Diosa,
hace tiempo que me olvidaste
y preferiste llorar por tu error.
Pero aquí estoy,
esperando en cada sueño
una respuesta a este dolor,
una respuesta al sudor
del mal entendedor.
Del poco comprensivo
y demasiado hablador.
Aquí estoy, soñando con tu veneno,
soñando que no soy lo que en realidad soy
uno más del montón.

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