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Mostrando entradas de marzo, 2018

Noches largas.

Mi cabeza da vueltas Como las manecillas de un reloj. Soy yo que no acierto, Soy yo que no acepto La verdad de este mundo atroz. Sigo jugando a ser dios, A crear mundos, Seres corruptos y ocultos Bajo el yugo de las cuerdas. Sueño que dibujo Tras el manto de un piano Moribundo y robusto Dulces cuadros De mil almas muertas. No soy trágico ni dramático, Tan solo un ser más Que habita obligado En un mundo sarcástico, Apático y cruel. Donde las mujeres son tuertas Y los hombres no ven. Un mundo ártico, Ruin y sin puertas Para el hombre de bien. Vivo solo, cansado de la gente, Afligido por el presente Y lo que debo hacer. Tan solo canta mientras duermo, Leeme algún cuento suelto Para que al cerrar los ojos, Tan solo la nada me arrope mientras sueño Que jamás existió el ayer.

Tierna mirada.

Tu mirada era cálida, mesurada e impaciente. Timida y solemne. Tu mirada era árida, Cuál duna solitaria En el desierto de tu voz. Tu mirada súplicaba silencio, Paciencia y tacto. Tu mirada dormía intacta, Mientras mi eco sonaba abstracto. Tu mirada dibujaba recto, Queriendo volcar en llanto. Queriendo huir, Queriendo vivir Bajo sábanas y abrazos. Tu mirada viajó lejos Y no se encontró, Se acercó lento Pero no me reconoció. Tu mirada no me descubrió. Se esfumó pálida. No se inmutó, No percibió mis sentimientos. Me abandonó rápida, Sin temor ni remordimiento. No fui capaz de decir adiós Y tan solo quedó el recuerdo.

El placer de tu compañía.

Tras las persianas hay un balcón, un balcón hacia tus piernas somnolientas. Te observo desde la ventana, inmerso, pervirtiendo mis recuerdos. Revuelto en pensamientos perversos. Reservando cada palabra, cada mirada, cada caricia y cada sonrisa valiente. Te observo ardiente, impaciente por tu lírica, por tu incansable inocencia. Solo miro tu indecencia, tu soberbia belleza. Observo y asimilo cada palmo que esconde tu ombligo. La línea infinita, entre lo bueno y lo maligno. El placer de tu sonrisa, de tu benévola indiferencia. No quiero ser decente, no quiero renunciar a nuestro presente, tan solo susurrarte palabras, rimas abstractas y soñar sin contenerme. Entender el idioma de tu piel, besando cada palmo de tu vientre. Besarte sin miedo a perder, perdiendo la guerra en oriente. Navegar entre la arena invisible de tu mente, mientras enciendo mi ser. Andar por los mares tras tu sien y resolver el enigma que oculta tu ente. Vente y lloraremos, reiremos, e

Yo ya no sé.

Ya no sé explicarme,  mostrarme, exponerme.  Ya no sé componer,  desprenderme, contenerme. Ya no sé,  consoladme. Ya no sé, ayudadme. Ya no sé, ¿y qué más da? Ya no sé, y a nadie le importa ya.  Preparadme para el fuego, la ira y el consuelo. Abrazadme.  Falto de cariño, caído en el abismo, en la oscuridad, en la soledad del pesimismo. ¿Apatía? ¿Quién habla ya de eso? Yo ya no sé, pero no hay valía, solo deseos. Pobreza de alma y poemas correctos.  Falto de interés, hasta arriba de estrés, de miradas perdidas, de recuerdos perdidos y con la vida del revés.  ¿Alguien me escucha?  ¿Alguien aún lucha? Yo ya no sé. Quizá me perdí entre la lluvia de abril. Quizá solo sufrí, y solo me fui.  Quizás nunca estuve aquí y solo transcurrí.  Quizás, o quizá solo me dormí.