Ahí estaba ella.

Ella estaba ahí, de pie, mirándome,
cansada de su vida,
esperando una respuesta,
una razón para que yo la diera un beso.

Ella estaba ahí, sin nadie,
cansada de parpadear,
de esperar un cariño,
de aguantar a niños.

Ella estaba ahí, soñándome,
con miedo pero valiente,
recordando como ardía su piel,
añorando el tacto que eriza.

Ella estaba ahí, paciente,
queriendo que la quieran,
que la sientan,
que la echen en falta.

Ella estaba ahí, conteniéndose
ante mis miradas,
buscando que la deseen,
sin querer ver más estrellas.

Ella estaba ahí, volando,
con pájaros en sus párpados
y peces en su mente,
aclamando un cumplido en su vientre.

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