Ojalá pudiese dormir.
Hoy es uno de esos días que me nace escribir. Sin motivo, solo porque hay palabras dentro de mí que luchan por escapar. Lo curioso es que hoy no ha sido un dolorido y tortuoso día, al revés, ha sido bonito e inolvidable. Uno de esos días que te hacen sonreír, lo raro, es que a mí esos días siempre me ponen triste. ¿Por qué? No lo sé la verdad, hay un pequeño demonio en mi interior que se encarga de arruinarme la vida, a veces creo que es porque una vez vendí mi alma por recuperar a una persona. No sé, quizá el demonio esté jugando a ser titiritero o quizá soy yo que simplemente soy gilipollas. Ambas dos me parecen respuestas razonables la verdad. Pero bueno, la vida es así, unos no se cuestionan y otros discutimos demasiado con nosotros mismos. Yo solo quiero que el mar embrabedico de mi interior se calme y la noche me acaricien los párpados con la tenue luz de la luna. No quiero soñar, tan solo respirar aire limpio donde nunca hubo aire y poder acariciar la piel repleta de lunares de