Algo habrá que decir.

Encontré una canción y me inspiró, como una gota de agua que anuncia una lágrima, como un cristal que refleja tu verdadero yo.
¿Tienes miedo? Sí, ahora mi vida es demasiado valiosa, demasiado insignificante.
Intento entenderme y no lo consigo, todo es demasiado caótico, normal que nadie lograse hacerlo. No culpo, tan solo ansío, respiro y aprecio como mi cuerpo deja de existir.
¿Agobiado? Es normal estarlo cuando el mundo canta y tu solo quieres silencio, vacío.
Conspiro contra mí, como si hubiese dos, como si las verdades fuesen mentira y la oscuridad un nidito de luz.
Ya no sé ni lo que escribo, tampoco es importante, dejo que fluya como el agua en tu garganta, como el sudor en tu frente.
Mírame, ¿estás a gusto?
Cuanto más raro mejor, cuanto menos se entienda, así nadie accederá a mi mente.
Nada más que una fotografía en blanco y negro, o mejor, solo en blanco, el negro ya está demasiado de moda.
Una sonrisa se posa en mi memoria, es preciosa. Es algo así como un pájaro risueño, como un ave que no tiene dueño ni lugar. Una cadena de acontecimientos que colapsaron en algún punto de la existencia. Solo son palabras que deambulan por el cielo, y por fin, habrá alguien que las pueda acariciar, las pueda cuidar. Versos que no se corrigen, que anhelan libertad, que conquistan cada cadena que inspiró tus caderas.
Son sueños de mentira, vidas de verdad.
Tú sin yo, yo sin tú, una caída, un despertar. Un olvido. Hay que olvidar todo aquello que perturba, que convierte la apatía en asco, en polvo mal esparcido.
Sin movimiento, sin sentido ni realidad.
Dios sin hijo, hijos sin dios.
Por no tener, sin alma.
Ni un abrazo ni un adiós, porque para eso hay que sentir.
Un cuerpo y un contexto.
Nada más.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Trabajos absurdos, poemas de mierda.