Perros enlatados.

Camina olisqueando,
mordiendo la basura,
con dulzura correteando.
Encasillado en la amargura,
en la presión del mando,
llorando, amando con mesura.
Camina drogado,
preso de la hermosura,
con el cuello ahorcado,
despidiéndote de la cordura.
Adiós caníbal, adiós,
amaste demasiado tarde,
o demasiado pronto,
demasiado es palabra tabú.
Camina, sí, camina, tú
que yo me corto,
que yo voy de alarde,
que yo he muerto,
que yo soy escoria, carcelero.
Yo no miento, estoy roto,
soy hueso, no sabueso,
soy retórica hueca,
soy huevo agrietado,
sepultado bajo tus bragas sucias,
bajo tus persianas frías.
Fuiste lucida alguna vez,
no lo recuerdo, somos crías.
Cría cuervos, cría engendros
y acertaras que el mar se ahogó,
se escondió en las cuevas,
en los huecos, en las puertas.
Seamos como el coco,
olisqueemos el temor,
la prisión de una mente enferma,
la canción de una visión paupérrima.
Demos lametazos al amor,
a la pasión de tu cuerpo.
a los pliegues de la piel imperfecta,
pues no es la perfección
sino la erección al ver tu corazón,
al ver como sangra en mi mano,
como gime entre abrazos.
entre aplausos descontrolados.
No hay mucho más que añadir,
salvo un gruñido, un gruñir,
un vomito en la boca
de un pecador afortunado.


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