No te quiero.
¿Ahora me ves?
Lloras, y
es por mi culpa.
¿Ahora me
ves?
Muerto en
la penumbra,
envuelto
en cantos fúnebres,
principios
básicos,
actores
pobres,
leyendo
clásicos.
Recitando
versos,
acariciando
montes,
construyendo
cimientos,
demoliendo
puentes.
Sosteniendo
cuartos,
rompiendo
moldes,
susurrando
cuervos,
sentenciando
frases.
¿Ahora me
ves?
Corrupto
por tus besos
por tus
lágrimas de infarto,
tus
mofletes eternos,
tus manos
de arcilla,
tu piel
blanquecina,
mi sostén
de cemento.
¿Ahora me
ves?
Acurrucado
en llantos,
en
piscinas sin agua,
en
caricias sepultadas,
en
tediosos mantos.
Atemorizado
por el paso,
por el
tiempo rápido,
por el
colirio escaso,
por el
mundo antártico.
¿Ahora me
ves?
Sentado en
la acera,
conversando
con la nada,
escudriñando
ideas falsas,
jugando a
ser muñeco de cera.
Estoy
ciego,
amigo de
mí mismo,
enemigo de
mi ruido.
Estoy
ciego.
Corroído
por lo probable,
consumido
por lo intangible.
Roído y
podrido por la rutina,
amarga y
ruin princesa,
que anhela
ser poseída.
Ahora me
veo.
Corriendo
por avenidas en mi mente,
en mi
noche eterna,
en mi
soledad sufrida.
Corriendo
hacia una luz que no se apaga,
como faro
a la deriva,
como
tormenta que no mengua.
Mermado
por la merma de mis sueños,
de mis
deseos más ansiados.
Menguado
por tu ira,
por tu
injusta justicia.
Ahora te
veo,
muerta en
tu propia vida,
imbuida en
reglas
que no
están escritas.
Ahora te
veo,
y no te
quiero,
vida.
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