Otro día más en esta oscura habitación.




Mi cabeza, me está volviendo loco. Algo hay dentro de mí que quiere salir, alguien que quiere escupirme en la cara. No sé, creo que me estoy volviendo loco. Duermo y sueño con el siguiente libro, la historia, las conexiones, el trasfondo y como cada personaje refleja una diminuta parte de mí. Todo me parece una obra de arte, como un cuadro que te cambia la vida, como un mensaje oculto en aquel libro de tu infancia. Y, entonces, como si nada, todo es una mierda, todo vuela y se marcha, Tengo ganas de tirar el ordenador al suelo, pisotearlo, arrancar las páginas escritas que se esconden tras esa pretenciosa pantalla. Quiero arrancarme cada uno de los pelos de mi cabeza y entonces su cara se refleja en mis pupilas, como una señal, como una insinuación de que se irá con otro, que no eres suficiente, que te pudres en el mismo sitio y tu vida no evoluciona. Entonces, las pasiones afloran en mi piel y el deseo me consume lentamente. Me muerdo los dientes, aprisiono mi naturaleza y bebo, otro día más encerrado en mi habitación sin ganas de nada salvo dormir y recrear un mundo que no existe, dibujar en el único lugar donde nadie me juzga, pero, en ese instante, recuerdo la noche anterior y como desperté sudando por el recuerdo de sus palabras, de su crueldad innecesaria y su tacto inexistente. Creo que me odia y eso me enloquece, me aprisiona en su rueda y me sentencia en mi propia creencia. No soy suficiente, nunca lo he sido, mi madre tenía razón. No soy nadie ni lograré serlo. Regreso a mi escritorio con la idea de escribir, de salvarme de esta tortura. Otorgo a las palabra mi única esperanza, la única capaz de liberarme y entonces, todo comienza de nuevo, la felicidad envuelve mi ser y el arte me deleita con sus maravillosos trazos artesanales. Lo releo apasionado, diciéndome a mí mismo que has plasmado lo que querías, que ahí esta todo tu sufrimiento, tu verdad. Pero no, ahí no la percibes, el texto está vacío y la oscuridad cierne la habitación. Todo vuelve a estar mal, mi conciencia me escupe de nuevo y me recuerda cada cagada, cada fracaso, y ella regresa a mi cabeza, sus ojos me miran con rabia, sus palabras son duras y su carne se aleja de mi. No soy nadie para ella, ya no siente lo mismo, ya no se cree la mentira con la que la enamoré. Ha podido ver a través de mí y a contemplado la dura verdad. Le cuesta reconocerlo, pero ahí esta, por eso cada vez se aleja más, por eso cada vez es más dura conmigo, por eso cada vez su corazón es más gélido y su piel ya no duerme junto a la mía. Estoy solo en esta habitación, no hay más mundo que una mesa y un ordenador. Estoy solo, y nadie comprende quien soy de verdad. Lo único que vislumbran es el hombre que hay fuera de esta oscura habitación.

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