Ella, mi hogar perdido.

No sé ni como empezar...
Las noches ya no son lo que eran, ya no está tu aroma en la cama, se evaporó como el agua en uno de esos días de sol y, lo peor, es que me estoy convirtiendo en una persona friolera, quizá tan solo tuviese calor con tu cuerpo soñando a mi lado.
El viento ya no sopla igual, las nubes no me consienten con sus dibujos. Las noches son largas y los días tristes como una lenta melodia a piano. La distancia me tortura con su infinita verdad, mientras que mi hogar seguirá siendo el tuyo, por muy lejos que estés. Siempre serás la casa que nunca tendré. El cuadro que siempre quise dibujar y no pude, porque, por desgracia, con las palabras no se puede pintar. Soy presa de una vida, de un cauce, errante como un planeta, que aunque encuentre su camino entre camas de papel y sueños en blanco, siempre le faltará la tilde que se esconde bajo tu piel.
Quizá lo que más me duela no es el fallo, ni que tus sentimientos hacia mí se hayan perdido entre la niebla de mi incompetencia o mi abandono, sino que sigo mirando el lado de la cama como si aún siguieras ahí, con tu piel nívea, tus curvas artesanas y tu delicado olor de ninfa. Una diosa que una vez bajó del cielo para regalarme solo una noche en la que abrazarnos y unificar nuestros antagónicos mundos. Normal que te fueras a descubrir nuevas tierras, yo nunca fui suficiente para mujer tan hermosa. Nunca fui suficiente para alma tan bella. Yo no era más que un humano más que una vez creyó que podía cuidar y proteger a un ser tan perfecto. Idealicé tu rostro, tus ojos, tus oyuelos. Me perdí en tu mar, te acaricié cual sirena, y como todo marinero, naufragué en el océano, esperando que me rescataras. Y ahora, tan solo releo lo que te escribí, cada noche, amando cada instante que te conquisté , cada beso y cada segundo bajo tus sábanas. 
Te has ido muy lejos, y ya no te observo, apresado por el insmonio, mientras duermes, pero aquí, entre mis brazos, siempre tendrás un hogar donde dormir, una casa donde poder llorar, gritar o maldecir, lejos de ese mundo de mierda que no sabe amar. 
Te soñaré despacio para que tu recuerdo se conserve eterno en mi piel, porque eres ella, tú y todas. Porque eres la única, porque eres mi hogar. Porque eres mi casa, mi cama y las sábanas que me arropan por la noche. Eres ella, de la que todos hablan cuando me ven, obnubilado, mirando al cielo. Ese ángel que espero que algún día vuelva y sé que jamás regresará.
Mi cielo, mi sueño, mi hogar. 

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