Folio en blanco.
Hace mucho tiempo ya.
Hace mucho que no pisaba este papel.
Hace mucho que no lloraba en él.
Hace mucho que no acariciaba su piel.
Hace mucho tiempo ya,
tanto que ni mis palabras se rozan,
tanto que no recuerdo como se escribía.
Hace tantísimo tiempo que, lo mismo, aun lloraba por ti.
Me arrepiento de no haber sido más astuto,
de no haber dejado miguitas de pan en el camino.
Pero, a veces, para encontrar el camino de vuelta
hay que perderse primero.
No gritéis.
No sudéis.
No pienso rimar,
no pienso narrar.
No es para vosotros.
No es un poema.
Solo quiero reencontrarme con aquel niño miedoso.
Aquel personaje que ya ni me representa y que tanto echo en falta.
Aquel pequeño ser que jugaba a construir mundos
sin siquiera ser capaz de abrir la boca en el suyo.
Aquel diminuto hombrecillo que soñaba con las estrellas
sin siquiera ser capaz de alzar la vista cuando le hablaban.
¿Y ahora qué?
He cumplido uno de tus sueños, incluso varios.
Apenas pisamos nuestro hogar,
vivimos explorando, vagabundeando por la noche estrellada.
Conocemos mil personas que nos aman, que nos hablan, que jamás callan.
Volamos sobre sábanas sin quererlo.
Lo hacemos suave, y no nos importa el recuerdo.
Lo hacemos fuerte, y apenas sabemos a quien.
Volvemos tarde y nadie nos pregunta por qué.
Improvisamos, apenas lloramos.
Reímos, pero seguimos tristes.
No queremos amar, no queremos perder nuestra libertad.
¿Sabes? Aquello que siempre idealizaste, lo tenemos.
Somos todo aquello que un día quisiste ser.
Incluso escribimos y nos gusta.
Lo sé, sé que es difícil de creer.
Sé que no lo vas a entender,
pero no, no somos felices.
¿Nos importa?
No, para nada.
No queremos serlo,
o sí, pero eso no importa.
Solo queremos sudar bajo mentes,
hablar con quien lo merece,
abrazar a los nuestros.
Luchar por lo que queremos
y olvidarnos de todo lo que no pertenezca a nuestro camino.
No queremos posesiones,
no queremos nada terrenal.
Solo queremos volar bajo palabras sin sentido.
Conversar y marcharnos sin aprendernos su nombre.
Llorar al reír y reír al llorar.
Cantar en el coche cuando no haya nadie
y recordar que mucha parte de ti sigue con nosotros.
En la vergüenza y la bondad.
En la apatía y en el amor por la soledad.
No lo tenemos todo,
no lo queremos todo.
Solo queremos transitar
y ser capaces de dejar huella.
Siempre ha sido tu sueño,
ser inmortales en cada persona que roza nuestra piel.
Ser inmortales en los que acarician nuestra prosa,
nuestra poesía, nuestras frases.
Ser inmortales en cada caricia,
en cada beso
en cada momento.
Ser inmortales y morir contentos.
Ser inmortales y no querer serlo.
Nosotros no importamos,
pero tú tampoco.
Solo importa lo que hacemos.
Lo que queremos hacer.
Solo importa lo que fuimos
o nunca seremos.
Porque lo único que importa es ser
el resto no es más que aburrimiento.
Y sí, aún te llevo dentro.
Me acuerdo cada segundo,
cada recuerdo.
Tú eres lo que me a hecho ser como soy,
tú eres lo que soy.
Nunca me arrepiento.
Siempre vuelvo,
en parte, porque puedo hablar contigo.
En parte, porque es mi hogar.
Mi casa, mi refugio.
Mi prisión a veces, mi sonrisa o mi llanto.
Es más que un folio en blanco.
Es más que un cuadro vacío.
Que un marco sin foto.
Es mi acolchada cama
esperando que me tumbe y duerma,
pues se alimenta de mis oníricos deseos,
de mis más horribles pesadillas.
Es mi casa,
el lugar a donde siempre quiero regresar.
El lugar...
El lugar que une todo lo que hemos sido y seremos siempre.
Hace mucho que no pisaba este papel.
Hace mucho que no lloraba en él.
Hace mucho que no acariciaba su piel.
Hace mucho tiempo ya,
tanto que ni mis palabras se rozan,
tanto que no recuerdo como se escribía.
Hace tantísimo tiempo que, lo mismo, aun lloraba por ti.
Me arrepiento de no haber sido más astuto,
de no haber dejado miguitas de pan en el camino.
Pero, a veces, para encontrar el camino de vuelta
hay que perderse primero.
No gritéis.
No sudéis.
No pienso rimar,
no pienso narrar.
No es para vosotros.
No es un poema.
Solo quiero reencontrarme con aquel niño miedoso.
Aquel personaje que ya ni me representa y que tanto echo en falta.
Aquel pequeño ser que jugaba a construir mundos
sin siquiera ser capaz de abrir la boca en el suyo.
Aquel diminuto hombrecillo que soñaba con las estrellas
sin siquiera ser capaz de alzar la vista cuando le hablaban.
¿Y ahora qué?
He cumplido uno de tus sueños, incluso varios.
Apenas pisamos nuestro hogar,
vivimos explorando, vagabundeando por la noche estrellada.
Conocemos mil personas que nos aman, que nos hablan, que jamás callan.
Volamos sobre sábanas sin quererlo.
Lo hacemos suave, y no nos importa el recuerdo.
Lo hacemos fuerte, y apenas sabemos a quien.
Volvemos tarde y nadie nos pregunta por qué.
Improvisamos, apenas lloramos.
Reímos, pero seguimos tristes.
No queremos amar, no queremos perder nuestra libertad.
¿Sabes? Aquello que siempre idealizaste, lo tenemos.
Somos todo aquello que un día quisiste ser.
Incluso escribimos y nos gusta.
Lo sé, sé que es difícil de creer.
Sé que no lo vas a entender,
pero no, no somos felices.
¿Nos importa?
No, para nada.
No queremos serlo,
o sí, pero eso no importa.
Solo queremos sudar bajo mentes,
hablar con quien lo merece,
abrazar a los nuestros.
Luchar por lo que queremos
y olvidarnos de todo lo que no pertenezca a nuestro camino.
No queremos posesiones,
no queremos nada terrenal.
Solo queremos volar bajo palabras sin sentido.
Conversar y marcharnos sin aprendernos su nombre.
Llorar al reír y reír al llorar.
Cantar en el coche cuando no haya nadie
y recordar que mucha parte de ti sigue con nosotros.
En la vergüenza y la bondad.
En la apatía y en el amor por la soledad.
No lo tenemos todo,
no lo queremos todo.
Solo queremos transitar
y ser capaces de dejar huella.
Siempre ha sido tu sueño,
ser inmortales en cada persona que roza nuestra piel.
Ser inmortales en los que acarician nuestra prosa,
nuestra poesía, nuestras frases.
Ser inmortales en cada caricia,
en cada beso
en cada momento.
Ser inmortales y morir contentos.
Ser inmortales y no querer serlo.
Nosotros no importamos,
pero tú tampoco.
Solo importa lo que hacemos.
Lo que queremos hacer.
Solo importa lo que fuimos
o nunca seremos.
Porque lo único que importa es ser
el resto no es más que aburrimiento.
Y sí, aún te llevo dentro.
Me acuerdo cada segundo,
cada recuerdo.
Tú eres lo que me a hecho ser como soy,
tú eres lo que soy.
Nunca me arrepiento.
Siempre vuelvo,
en parte, porque puedo hablar contigo.
En parte, porque es mi hogar.
Mi casa, mi refugio.
Mi prisión a veces, mi sonrisa o mi llanto.
Es más que un folio en blanco.
Es más que un cuadro vacío.
Que un marco sin foto.
Es mi acolchada cama
esperando que me tumbe y duerma,
pues se alimenta de mis oníricos deseos,
de mis más horribles pesadillas.
Es mi casa,
el lugar a donde siempre quiero regresar.
El lugar...
El lugar que une todo lo que hemos sido y seremos siempre.
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