¿Qué hacer cuándo nos perdemos?
No sé que se debe escribir cuando el mundo se cae frente a tu narices, cuando la realidad no es otra que la cimentada por palabras vacías. No sé que hacer cuando toda tu vida se ha basado en palabras de papel, en verdades a medias y en estructuras frágiles. Nunca fui un buen chico, ni uno válido. Nunca quise ser nada de eso, solo quise encontrar una razón, una respuesta. Me dejé llevar, me rebelé, incluso hice lo que otros querían. Sería yo, pero es que no sé quién soy, o qué soy. Es complicado de entender, tampoco nadie se ha interesado en entenderlo, pero en realidad solo quiero trascender y la verdad es que solo transito. No voy a negar lo obvio, tampoco podría decir que soy lo peor, no sé lo que hay en mí, lo que represento, no lo sé, lo siento, pero no lo sé. Me dedico a caminar, a apreciar el camino y a dibujar con el único instrumento que sé, recito con palabras, transcribo mi visión de lo que contemplo, lo deformo y amoldo a mi concepción de mí mismo y de las cosas. No sé hacer nada más, y ni siquiera en esto destaco, quizá porque no debo destacar, quizá porque tampoco valgo. Ojalá lo entendiese, pero no, no lo entiendo, no entiendo hacia donde va mi vida. Navegas sin remos y te das cuenta que el viento no es suficiente, que la marea no es capaz de moverte. Conduces sin frenos y te das cuenta de que vas demasiado rápido para ver el camino, para apreciar el mundo. Caminas pausado, vislumbrando cada matiz, y te das cuenta que te pasaron por delante. Nací derrotado, no necesito rendirme, no puedo ganar.
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