Destrozado por tu ausencia.
No sé describir lo que siento, no sé de que manera expresar aquello que me carcome, simplemente estoy sufriendo como nunca antes había sufrido, solo, anclado en una monotonía repleta de caras sonrientes y falsedad. Dibujando palabras en mi mente que nunca se llegan a cabo y mientras, el mundo, destroza mis sueños como si fuesen de papel, sin darse cuenta que son de papel. Me estoy volviendo loco, convirtiendo en un vagabundo emocional, sin casa donde cobijarme, sin un suelo que pisar, sin un presente al que acariciar. Tan solo recuerdos que me hacen llorar, tan solo páginas de un cuento que nunca pensé que fuese a terminar. Mi mente cree que nada es real pero mi corazón sangra, mi corazón se abre y la herida no sana. Mis ojos no son capaz de afrontar la luz, mis oídos no escuchan más que un silencio desolador y mi cuerpo se hunde en la miseria de una espera que nunca tendrá fin. Quiero desaparecer, o no lo sé, quizá vagar por mi mundo, por mi caseta en aquel bosque donde nunca dejaba de llover, donde llovía o más bien debía de llover, no sé, alguien lo entenderá. Allí, donde un hombre se retrata a sí mismo, los hijos coquetean con lo prohibido y la sangre corre por las venas de un loco. Pertenezco a ese mundo y no soy capaz de salir, no soy capaz de comprenderlo, no soy capaz de entender por qué la vida ha hecho de mí algo que no entiendo, esa vida que he provocado yo, esa realidad que aun está por descubrir. No es culpa de quien no entiende, sino de quien no muestra interés por entenderlo, por escuchar cuentos de fantasmas, de locos, de siniestros entes que acechan tu mente con lujuria. Que triste es madurar, hacerte mayor y ver que si no actualizamos nuestros sueños o suavizamos nuestras creencias el mundo se nos come, y que triste es ver como cuando eres incapaz el mundo te devora. Seguid soñando, yo estoy bien aquí, en este estómago que deteriora mi piel y mi alma. Seguiré llorando mientras sonrío, es lo mejor que sé hacer.
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