Dispárame de un disparo.
Mírame a los ojos y dispárame,
rápido, sin miramientos,
dispárame al pecho sin deseo,
sin rozar mi alma ni besar mi cuerpo.
Mira mis párpados cerrados y dispara,
haz que la carne se pudra en el suelo,
haz que mi corazón palpite como el de la muerte,
que susurre a la vida y comprenda lo que siente.
Clava una bala en el fondo de un alma asustada,
reprimida y dormida en la apatía de una negativa
que recuerda el placer tras la conquista de tu orgasmo.
Dispara tan profundo que la piel se olvide de ti,
se hunda en mis sueños y humedezca mis mañanas.
Dispara sin pensar, agrede mi nobleza paupérrima
con la pasión de la sorpresa de tus labios
al rozar el puente entre nuestro hogar
y el amanecer añorado, entre arañazos,
entre fuegos sin chimenea y abrazos que ahogan,
entre cristales rotos y peleas entre sábanas que cortan.
No aflojes, arroja, pus mi muerte será silenciosa
pero tu instinto jamás olvidará lo que sienten tus piernas
al separarse y dejarse llevar por los sentidos.
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