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Mostrando entradas de enero, 2017

Soy un romántico de esos.

Soy un romántico, uno de esos que creen en la oscuridad de tus sábanas, en los monstruos que habitan en tus sueños y te transforman en una persona más cauta y vulnerable. Soy de esas personas que anhelan más y más pero se conforman con poco cuando ven tu cuerpo rozando su piel, abrazando sus sentidos y pervirtiendo sus emociones. Sí, soy un romántico que descansa bajo la luna cuando el sol no quiere aparecer, un romántico que deambula por tus fantasías sin dejarte dormir y no precisamente por su físico sino por su incandescente conversación. Uno de esos románticos que se conforman con tu cuello y dejan los labios para el final, porque sabe que una vez hable con ellos ya no habrá vuelta atrás, ya no volverá a ser capaz de separarse de ellos ni un instante, siquiera para respirar. Soy un apasionado de tu tacto, de tu pelo rojizo y piel blanquecina, de tu mirada seductora, de tu sonrisa inusual. Soy un depravado que circula por tus curvas sin cinturón de seguridad ni frenos a los que recu

Haz desaparecer mi sombra.

Hoy voy a hablar de algo que me perturba, me inquieta y adormece al mismo tiempo, ¿dónde quedaron los besos? Sí, esos besos que mostraban intriga, pasión o riesgo, esos besos que deambulaban por oscuros rincones o bellos jardines ¿Dónde están? ¿Los habéis visto en algún lugar? Es duro pensar que el amor se pervierte, se transforma. Ya no hay concepto alguno de futuro, de eternidad, todo es rápido, efímero, todo sucumbe ante los problemas más insignificantes. ¿Por qué? ¿Por qué ya no hay esos besos? Esos besos que calentaban con su ternura y no con su agilidad, esos besos que desvelaban, transformaban y enamoraban... Esos besos sí, esos besos que te hacían reír. El amor esta muerto, la sociedad busca digerir fácil y rápido. El amor se vomita hoy en día, no se mastica, no se saborea. Es como dar mil sorbos de diferentes zumos buscando en cada uno el olor más aromático, sin saber que el olfato no está en la boca, que el amor hay que sentirlo y a las personas conocerlas, rebuscar y sabor

Dragones en tu mente.

La oscuridad sentencia con su mirada inoportuna, Mientras, el silencio marca el tempo, Y la luna observa con paciencia cada movimiento, Cada error, cada intento. La noche encarcela con su luz Y el fuego calienta con miedo, Pues son sus cenizas los cimientos.

Canta ansiosa princesa.

Canta princesa, que sé que estás dentro de mí, revolotea con fuerza, con perseverancia, que sé que quieres salir. Canta princesa y hazme llorar, pues la verdad es que sí, la verdad es que decaigo con facilidad y no sé huir. Canta princesa y no me dejes respirar, que sé que me quieres herir, pues es extraño que me persigas así, que colabores para destrozarme y conseguir una desidia sin fin, una tensión incontrolable, una razón para morir. Canta princesa y sal de aquí, déjame amar, cantar, sonreír, déjame llorar, despreciar, vivir.

Yo no estoy hecho para vivir sin ti.

Yo no estoy hecho para vivir sin ti, Sin ti olor, sin tu tacto. Yo no estoy hecho para tu ausencia, Tu esencia me apacigua, Me tranquiliza y sosiega. Yo estoy hecho para ti, No para mi, no para viajar solo, Sin tus prisas, sin la brisa de tu boca. Yo vivo enamorado, Respiro anhelandote y sueño sonriendo, Pues al desnudarte siento tu pecho, Siento tus latidos y el ángel que escondes, Que aprisionas en tu mirada. Solo soy el deseo de tu roce, El amor tras la puerta, La chimenea que te calienta, El público, que obnubilado por tu bello cante, te reconoce.

No te va a gustar, lo sé, pero es lo único que se me da bien.

Te escupo, me salpica. Te veo, me miras, ¿me aprecias? Grita. No supliques, aspira, respira, no solloces. Es ridículo, no vivo en este mundo, no conozco, no merezco, no reconozco. Vuelo mientras encadenáis, padezco y lloro, afloro, te rozo, pues ya te tengo, te toco, te siento. No, no soy un muñeco, ni tu mi muñeca. No, no soy serio, ni tu cómica. Disfrazado de momia, de histriónico, aprecio en tus ojos, un ligero resentimiento, sera mi vida, serás mi vida, será ironía, será mi locura. Lo sé, no pienso. ¿Qué? Entiendo. Río despacio, no se me vaya a pasar, a olvidar, no me vaya a entrar el cansancio, la apatía, la manía, la monotonía del anciano, y  se me llegue a escapar. ¿Soy fuerte?  ¡Que va! Soy muerte, soy caos. Soy la paz entre la lucha, la guerra entre tus brazos. Soy egoísta, ¿artista? egocéntrico. Te aprecio, musa del desprecio, de la locura transitoria, del dolor constante. Te detesto, demonio apestoso, tosco y repugnant

Llámame loco.

Aquí estás otra vez, envuelto en sabanas de llantos y empapado en tu sudor desgastado. ¿Acaso te crié para esto? ¿Acaso malgaste mi misero tiempo en convertirte en un don nadie, en un zarrapastroso que deambula por lugares tenebrosos, no en el callejón, no intoxicado por ese licor tan aromático, no, deambulando solitario por los rincones de su mente, como si allí fueses a encontrar algo?. ¿Qué se te perdió pequeño renacuajo? ¿Quizá la ilusión? Estás acabado, sufre por dentro y resígnate a vivir desabrigado, observando como los abrigos de pieles prefieren a humanos más fuertes y sin corazón, con coraza y sin remordimientos. No estoy hablando de metáforas elaboradas o burdos cuentos, estoy hablando de la verdad, y la verdad, sí, la verdad solloza en su habitación cual adolescente enamorado. Vida, si me vas a dar amor que no este muerto y si me vas a dar control que esté descontrolado, llámame loco pero te prefiero desvestida.

Esa gente.

¿Me hablas a mí? ¿Tú? ¿Anclado en tu egoísmo? ¿En tu misera existencia? Eres de esa gente que vaga, que almuerza con Dioses Y peca aleccionando. Esa gente que mama del placer Y se acuesta con la pesadumbre. ¿Lloráis? Cuesta ser personas de vez en cuando... Sois escoria putas ratas, Navegáis en mares de desechos Y camináis entre el precipicio humano. ¿Qué Dios me va a salvar? Mi único Dios me lo arrebatasteis, Despreciasteis mis valores Y escupisteis en mi cara. La libertad que adoraba se  esfumó, Quedando solo las cenizas y sus fantasmas, Y ahora, aquí estoy, clamando a la desolación, Pues jamás seréis vosotros quienes me guíen, Podéis reiros, robarme, hacerme daño y arrebatármelo todo, Podéis porque nadie os lo impedirá, Pero me da igual, todo llega, y aquí estaré, Quemado y magullado, escribiendo, Dejando una huella que vosotros manchasteis, Pues a los reyes no se les adora, No. Se les corta la cabeza.

Navegando.

Navego entre el estiércol y la pesadumbre, entre la voz y el silencio, Entre el corazón y el infierno.

Lágrimas cortadas.

¿Alguien me escucha? Sí, ahí, en la penumbra, en la sombra de mi nombre, en el amanecer de la luna. ¿Alguien me entiende? Digamos que sí, entre la tundra, entre el anochecer del hombre, en la vejez del cuervo. ¿Alguien habita cercano a mí? Sorpréndeme sin asustarme, sin olisquear mis miedos ni mecer mis entierros. No soy aquello, no soy lo nuestro. Soy un viajero solitario, un lobo hambriento. Carezco de agilidad, de voracidad o fortaleza. Soy un esquimal olvidado, un recuerdo amargo, un sendero sin pisar. Vivo en la nitidez de amar, de apresar lo nostálgico, lo pasado. Apenas comprendo, apenas aprendo de vuestras doctrinas, de vuestros deseos opresores. No soy alumno, ni vosotros profesores. No soy soldado, ni vosotros generales. Soy un simple aldeano de la ciudad de la calidez, de la bondad y la sencillez. Soy algo más que un humano, que un profano siervo. Soy miembro de mi clan, de mi verdad artesanal. No soy un mentiroso huésped, ni un de

Montañas en mi mente.

Nadando entre excusas, entre dudas y causas. Caminando junto a penurias, ruinas y fantasmas, buscando la calma de una casa, de una habitación calurosa y el frío de unos labios abstractos. Busco harapos que coleccionar, caricias que sorprender y besos que dar. Busco ser valiente en el barco de tu hermosura, cobarde en el mar de tus lágrimas y espontáneo en el recuerdo de tu soledad. Busco encontrare sin buscar, sin soñar más de lo que soñé. Beber de tus latidos y pálpitos. Añorar senderos perdidos en montañas que nunca pisé.

La vida es una mierda.

La vida es una mierda, pero peor sería no vivirla.