Llámame loco.

Aquí estás otra vez, envuelto en sabanas de llantos y empapado en tu sudor desgastado. ¿Acaso te crié para esto? ¿Acaso malgaste mi misero tiempo en convertirte en un don nadie, en un zarrapastroso que deambula por lugares tenebrosos, no en el callejón, no intoxicado por ese licor tan aromático, no, deambulando solitario por los rincones de su mente, como si allí fueses a encontrar algo?. ¿Qué se te perdió pequeño renacuajo? ¿Quizá la ilusión? Estás acabado, sufre por dentro y resígnate a vivir desabrigado, observando como los abrigos de pieles prefieren a humanos más fuertes y sin corazón, con coraza y sin remordimientos. No estoy hablando de metáforas elaboradas o burdos cuentos, estoy hablando de la verdad, y la verdad, sí, la verdad solloza en su habitación cual adolescente enamorado.

Vida, si me vas a dar amor que no este muerto y si me vas a dar control que esté descontrolado, llámame loco pero te prefiero desvestida.

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