No te va a gustar, lo sé, pero es lo único que se me da bien.

Te escupo, me salpica.
Te veo, me miras,
¿me aprecias? Grita.
No supliques, aspira,
respira, no solloces.

Es ridículo,
no vivo en este mundo,
no conozco,
no merezco,
no reconozco.
Vuelo mientras encadenáis,
padezco y lloro,
afloro, te rozo,
pues ya te tengo,
te toco, te siento.

No, no soy un muñeco,
ni tu mi muñeca.
No, no soy serio,
ni tu cómica.

Disfrazado de momia,
de histriónico,
aprecio en tus ojos,
un ligero resentimiento,
sera mi vida,
serás mi vida,
será ironía,
será mi locura.

Lo sé, no pienso.
¿Qué?
Entiendo.

Río despacio,
no se me vaya a pasar,
a olvidar,
no me vaya a entrar el cansancio,
la apatía, la manía,
la monotonía del anciano,
y  se me llegue a escapar.

¿Soy fuerte?
 ¡Que va!
Soy muerte,
soy caos.
Soy la paz entre la lucha,
la guerra entre tus brazos.
Soy egoísta,
¿artista?
egocéntrico.

Te aprecio, musa del desprecio,
de la locura transitoria,
del dolor constante.
Te detesto, demonio apestoso,
tosco y repugnante.

Soy infantil, como el llanto irracional,
como el capricho.
Soy febril, como tu libido al reír,
como el rencor pasional.

¿Amar?
Muchísimo más.
¿Llorar?
No me hagas soñar,
que se me va a atascar.

¿Sabes?
No sé cantar,
pero te sé tocar,
te sé seducir,
sacar tus humos
y fumar juntos,
tumbados mientras el cielo
se vuelve gris.
¿Sabes?
No sé pintar,
pero te sé abrazar,
te sé rozar,
sacar tus ambiciones,
tus deseos,
recostados frente al otro,
contemplando el futuro
que vamos a vivir.
¿Sabes?
No soy un artista,
no sé emocionar,
no sé cautivar.
No sé hacer lo que otros hacen,
lo que otros pintan,
lo que otros cantan.
No sabré traer dinero,
no sabré conservar el fuego.
No sabré vivir,
ni mantenerme,
controlarme,
retenerme.
Pero, ¿sabes?
lo único que sé
te debería de bastar,
lo único que sé es mirarte,
desearte,
follarte,
y escribir.

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Trabajos absurdos, poemas de mierda.