Bajo su madura mirada.
Te cuentan que el amor canta y revolotea,
Que acecha como una abeja una flor,
Que sueña con sí mismo frente al sol.
Que acecha como una abeja una flor,
Que sueña con sí mismo frente al sol.
Te hablan de su grandeza y su frescura,
De sus tinieblas, amarguras y mareas,
De sus senderos cortos sin correas.
De sus tinieblas, amarguras y mareas,
De sus senderos cortos sin correas.
Te narran la sexualidad de lo espontáneo,
De la intimidad de un beso en la locura,
De un encuentro bajo la lluvia ruda.
De la intimidad de un beso en la locura,
De un encuentro bajo la lluvia ruda.
Todo eso naufraga con la simpleza,
Con la ternura de la calma y el mediterráneo.
Con la guerra en la cocina, con lo momentáneo.
Con la ternura de la calma y el mediterráneo.
Con la guerra en la cocina, con lo momentáneo.
No es buscar en lo abundante sino en la familia,
En la pureza de lo oculto, en su maleza,
En lo corriente y en las vivencias.
En la pureza de lo oculto, en su maleza,
En lo corriente y en las vivencias.
Es lo consecuente, lo vivido,
Es el amor recurrente y mantenido,
No proezas olvidadas.
Es pasión por las guerras sufridas,
No por las abandonadas a medio hacer.
Es el amor recurrente y mantenido,
No proezas olvidadas.
Es pasión por las guerras sufridas,
No por las abandonadas a medio hacer.
No es lo intuitivo, es lo conseguido,
Es la vida en su mirada, en sus brazos doloridos.
Es su presencia en tu cama
Y no su perfume dormido.
Es su grito de enseñanza
No su mano en las llaves.
Es tu mano en su ombligo
Esperando un futuro contigo.
Es la vida en su mirada, en sus brazos doloridos.
Es su presencia en tu cama
Y no su perfume dormido.
Es su grito de enseñanza
No su mano en las llaves.
Es tu mano en su ombligo
Esperando un futuro contigo.
Es el amor luchado y aprendido a su lado.
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