Entre hombres no hay palabras que valgan.
Es irónico que comience después de un título tan contundente, aun así me veo en la obligación de hablar de ti, hablar de ti al níveo papel. No soy capaz de describirte, no soy capaz de halagarte, no soy capaz. Soy pura contradicción, siempre fuiste mi luz, mi razón, aun cuando la oscuridad sumía todo mi cuerpo a cenizas, hasta cuando los cuervos llegaban desde lejos para devorar mi alma, ahí estabas tú, sin decir palabra, sin acercarte a mí, sin hacer nada, siendo tú, solo siendo tú. A veces, a que nos cueste aceptarlo queremos sin razón, sin lógica alguna. Fuiste parte de mí desde el momento en el que te vi entrar por aquella puerta en brazos de mi padre, se me paralizó el alma, fue un sentimiento tan extraño... nunca seré capaz de ensuciarlo con palabras, pero ahí estabas, dormidito, sosegado, irónico también, desde entonces solo lloraste. Nunca se me ha dado bien esto, siempre que lo he intentado la he cagado, siempre, pero necesitaba expresarme, necesitaba decirte que te echo de menos, que no sé como seré capaz de desprenderme de ti algún día, eres más importante que mi corazón, mi piel o mis ojos, eres más importante que esto que escribo, que esto que pienso o que esto que presencio, lo eres todo, eres mi única promesa, mi verdad. Nadie entenderá esto último, pero es así, es la verdad que me sostiene, es mi cimiento.
Algún día cuando pase mucho tiempo y nos contemos nuestras vidas, nos reiremos juntos de este cuento tan divertido.
Algún día cuando pase mucho tiempo y nos contemos nuestras vidas, nos reiremos juntos de este cuento tan divertido.
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