Te miré con dulzura Entre la lluvia, ahogado, Dolido, abandonado, Sediento de cordura. Te miré con cariño. Te vi sentada, pura. Tu cabello rizado, Cuerpo divinizado, Tus caderas maduras… Lo siento, soy un niño. Te vi ahí sentada, corroída por el llanto, por un llanto fingido, un llanto que solo personificaba mis sentimientos, unos sentimientos rotos, destrozados, absorbidos por mi cuerpo, demacrados por mi mente. Te vi ahí, solitaria, afligida, destrozada; me acerqué, quería darte un abrazo, no sé, a veces no hay que explicar las cosas, me nacía así. Me acerqué muy lento, esperando que te levantases, que te alejaras de mí, pero no lo hiciste, permaneciste estática, me miraste desde lejos y regresaste a tus pensamientos. Una vez allí, carcomido por mi suciedad interna, te cogí de la mano y te abracé. Sí, te abracé sin más, cerré los ojos y desapareciste, y la verdad es que lo entiendo…