Somos un regalo, un regalo envuelto en papel mojado.
Nacimos para morir, vivimos para protegernos con capas de
dolor agridulce. Somos la contradicción en sí misma, funcionamos en base a
principios emocionales inconexos y aun así, intentamos comportarnos como gente
cuerda, como personas rectas y ordenadas. Somos caos señores, somos deterioro y
destrucción, somos elementos virulentos que viajan por un mar de imperfección,
un complejo sistema de variantes que nunca llegan a explicarse, principalmente
porque no hay nada que explicar, no somos explicables, no somos cuantificables,
somos sentimiento puro, emoción compleja. Ojalá algún día alguien me aplauda
por lo que diga, para que yo, entre mis locuras, pueda responderle que no tiene
que aplaudirme, pues su forma de pensar y sus sentimientos son correctos y
diferentes a los míos y eso les hace especiales, os hace humanos, os convierte
en experiencias cálidas y no en explicaciones invernales sobre la vida
matematizada. No quiero que la gente comparta mis opiniones, yo solo quiero que
me lea, que me lea y diga… Vaya puta mierda, vaya mierda más grande, es
increíble que una mierda tan gorda haya perforado alguna de mis infinitas
capas, será que no vale nada; y no, no valgo nada, pero vosotros tampoco, no
valemos por razones reales, valemos por nuestro concepto interno, por nuestra
verdad, y eso, lo siento, pero es único y unipersonal.
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