Asquerosa amante.

Hacia mucho tiempo que no me paraba a reflexionar sobre lo triste que es el dolor cuando lo enfocas a través de la palabra, como poco a poco se va deformando y convirtiéndo en una mascota huraña que te araña con sus uñitas cuando tiene frío, y es aun más triste cuando con tu humilde voluntad y con tu imperioso cariño le das una pizca de tu laborioso calor. Muy triste, tanto que aquel animal alimentado por tu desesperación absorbe todo tu fuego y te transforma en un endeble cubito de hielo. No recuerdo el momento en el que dejaste de mirarme con indulgencia y me dejaste solo frente a una realidad compleja y desabrigada, no recuerdo cuando me entregaste al vacío y me enseñaste que en la vida no se obtiene lo que deseas sino, si tienes suerte, lo que necesitas, lo siento, no recuerdo cuando entre llantos te rogaba que me protegieses y tú, celosa, me entregaste a las sombras del desprecio, ni lo recuerdo ni me importa, ¿sabes por qué? Porque hice de ti poco mas que un utensilio, me aproveche de ti y convertí tus debilidades en mis fortalezas y tus fortalezas en mis pesadillas níveas, hice que cada peligrosa confrontación se convirtiese en mi labor, en mi promesa, porque esto si que lo recuerdo, recuerdo la promesa que te hice, y la pienso cumplir, puede que me abandones, que me tortures, que me odies, pero te aseguro que te usaré para trascender. Espero sinceramente que estés orgullosa del hijo que has creado.

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