Una mujer en la lejanía.

El parqué rechinaba,
El tumulto enfurecía,
Cuando vi su entereza,
Mis pasiones florecían,
Pues el amor llegó.
Todos adormecían,
Todos la admiraban,
Y cuando amanecía,
Vi gloriosa entereza
En sus enrojecidas,
Cálidas, suculentas,
Y hermosas mejillas.
Yo esperaba un don,
Un error, una herida,
Pero nada posó
Sobre mi humilde, tibia
Y blanquecina piel,
Por tu amor corroída,
Tan solo una imagen
De tu boca divina,
Una palabra fría
Que congelo mi ira.
Allí permaneciste,
Estática, sin prisa.
Allí te amé rápido,
Señora de la risa,
Señora del respeto,
Señora de la cima.




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