Ella, mi hogar perdido.
No sé ni como empezar... Las noches ya no son lo que eran, ya no está tu aroma en la cama, se evaporó como el agua en uno de esos días de sol y, lo peor, es que me estoy convirtiendo en una persona friolera, quizá tan solo tuviese calor con tu cuerpo soñando a mi lado. El viento ya no sopla igual, las nubes no me consienten con sus dibujos. Las noches son largas y los días tristes como una lenta melodia a piano. La distancia me tortura con su infinita verdad, mientras que mi hogar seguirá siendo el tuyo, por muy lejos que estés. Siempre serás la casa que nunca tendré. El cuadro que siempre quise dibujar y no pude, porque, por desgracia, con las palabras no se puede pintar. Soy presa de una vida, de un cauce, errante como un planeta, que aunque encuentre su camino entre camas de papel y sueños en blanco, siempre le faltará la tilde que se esconde bajo tu piel. Quizá lo que más me duela no es el fallo, ni que tus sentimientos hacia mí se hayan perdido entre la niebla de mi incompete