Llovía. Llovía dentro de un coche solitario.
Las
gotas de agua mojaban el capó de mi coche con su impertinente impaciencia,
mientras, mi yo asustado, miraba por el cristal en busca de alguna solución
pacífica a aquel altercado. No soy una persona corriente, soy una persona
astral, inmunda, una persona que descoloca con su infernal desasosiego y que
llora como fin último con el único fin de aparentar una rabia contenida, una
rabia que se muestra indignada con mi reflejo en aquel retrovisor de aquel
coche tan desubicado. Soy un hombre extranjero, perdido en una ciudad desolada
por el caos mundano de las personas. Soy un hombre impar, complejo y retenido
en una realidad convexa, la cual, por un motivo o por el otro, se intenta
explicar con normas corrientes y poco elaboradas, o por lo menos explicables. Allí
estaba solo, envuelto en pensamientos profanos, en busca de alguna respuesta
capacitada o quizá, no sé, incapacitada. Allí estaba entre la estepa de los
pensamientos de diferentes personas que ni siquiera me importaban, o al menos,
no lo suficiente. Allí, en un asiento desgastado, en un coche que como dirían
algunos, solitario, y eso que no era un Cadillac, era una marca normal, común,
de esas que transpiran un olor que a algunos marea y a otros seduce o altera.
Lo bueno de esa situación es que me escuchaba a mí mismo, oía mis suplicas y
lamentos y comprendía que el universo quizá no girase a mi alrededor pero quizá
sí, y no podía dejar pasar esa oportunidad, no podía sollozar por algo que no
sabré si llegará, que no podré afirmar que se cumplirá o no, aunque yo creo que
sí, no sé, a lo mejor soy un soñador empedernido que busca una explicación
inmaterial a todo, es posible, no lo voy a negar. Asique, una vez determinado
la situación que acontecía a mí alrededor comencé a escribir, algo
intrascendente, algo sumamente sucio y provocativo, algo cerdo, no sabría decir
el porqué, simplemente lo hice. A veces, entre tanta mierda, me gusta escribir
sobre asuntos imparciales o de interés negativo. Soy así, a veces me gusta
provocar o simplemente introducirme en temas espinosos. No me lo echéis en
cara, ya sabéis, llovía y estaba en un coche solitario.
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