No sé que escribir.

No sé qué escribir la verdad, no sé si mostraros mi odio, mi rabia, mi frustración, o, por el contrario, ilustraros con el perdón y el autocontrol. No sé, esta vez no sé, no soy yo quien os mostrará el camino. ¿Vosotros sabéis? ¿Sabéis qué hacer? Decídmelo por favor, decídmelo, lo necesito. No creo ya en el suicidio, pero a veces recapacito y digo… joder, ¿me haría libre? No lo creo la verdad, no creo que ese sea el camino, no lo sé, no sé nada. Cada segundo en esta vida es una auténtica mierda, no estoy siquiera para retóricas ni eufemismos, es una puta mierda, y aún más sin ella; sin la persona que me hacía olvidar por segundos e incluso horas lo candente del sufrimiento. Estoy hasta los huevos, hasta los huevos de llorar, de sufrir, de luchar, estoy harto, cansado de luchar por cosas que, sinceramente, ¿para qué? ¿Para qué coño? Joder, a veces tengo ganas de matar, de pegar ostias a la pared y recuperar mi honor, porque sí, joder, sí, lo he perdido, y cada día que pasa lo pierdo más. Puto orgullo de mierda, puto sin sentido de ira y rencor, puto asco de vida injusta e insustancial. Deja de decir insultos Jorge, y una mierda, soy humano y quiero insultar, a ti, al mundo y a su puta madre, porque no le tengo miedo, solo tengo miedo a estar un aliento sin ella. Y aquí estoy, solo, en mi cama, escribiendo en un portátil, cada palabra inmutable, cada trocito de mi carcomido corazón oxidado. No quiero recuerdos, no los quiero, me remueven por dentro como mil insectos que mordisquean mis arterias. No quiero mariposas que luego se vomiten, no quiero paraísos prohibidos, no quiero nada porque no sé nada, ¿tú sabes algo? Suerte por ti, porque yo ni puta idea de nada.

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