Amarte es ser yo mismo.

Odiarte es deslizarme
entre tus finas laderas
a miles de quilómetros
rozando solo las palabras
asfixiadas de tu boca.

Amarte es quererte
cuando estoy odiando,
cuando me estoy muriendo
y te encuentro cantando
nuestra historia de viejos.

Soñarte es precipitarme,
sostenerte en el aire,
susurrarte al tenerte
entre mis brazos consolada,
que la muerte es no verte
entre mis labios buceando.

Muerto despertarme
envuelto en tus cálidas pieles.

Vivo consumirme
envuelto en tus frías llamas.

Ni mi dios ni el tuyo
nos harán inmortales,
pues habrá final,
desaparecemos de esta crueldad
pero te aseguro,
te confirmo ahora mismo,
que no habrá abismo,
tan siquiera destino,
que consuma el vicio
de mirar tus ojos
y sentirme seguro,
sentirme tuyo,
sentirme único,
sentirme...yo mismo.

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