Seamos naranjas enteras.
Mírame de cerca, tengo mucho que mostrar. Mira mi interior
de cerca, no tengo nada que esconder. Muéstrate receptivo, interesado, te llevarás
una sorpresa. No soy fuerte, ni tengo cañones por manos. Mi cara es el reflejo
de mi alma, no el reflejo de ninguna sociedad material e idealizada. No soy más
que el reflejo de una lírica, a veces, poco pulida; soy un hombre, no un dios,
siquiera busco ser nada parecido, tan solo controlar mi vida. Soy normal, sí, y
eso me hace diferente. Tengo multitud de carencias, de fortalezas menguadas por
el calor que esconde la línea de tu ombligo. Soy susceptible a tentaciones
profanas y mundanas, soy un cáliz de pereza y apatía. Soy un ser, soy vida, soy
algo que vosotros nunca seréis y que posiblemente algún día paséis por alto. No
soy nada del otro mundo, no soy nada de marte ni de la luna, soy de aquí, nací
con vosotros, rodeado de vosotros, rodeado de escoria. Soy así, a veces un poco
arrogante, otras un crío indeciso. No quiero que me conozcáis, no quiero que me
rociéis con vuestras decadentes colonias estigmatizadas. No soy un escritor
corriente, no escribo para vosotros, no escribo para ellos y, sobretodo, no
escribo para ellas, escribo para ella, arropada en su manta agobiada por algún
tema común, y no por ello, menos importante. Soy una mente volátil, incansable
e incandescente. Soy tu prosa y tu serie B. Nunca he sido quien se esperaban,
ni seré quienes anhelan, yo soy yo, y eso me hace dudar de quién llegaré a ser,
pues vuestra soledad y vuestro deseo de controlarlo todo me aprisiona en una cárcel
de límites casi indestructibles. Los destruiré, os lo garantizo. No pienso
dejar que vuestra versatilidad a la hora de encarcelar mis pasiones pueda con
mi fortaleza infranqueable. No soy nadie, y eso me da vitalidad; no soy alguien
y eso me aleja de vosotros, de vuestra conducta unitaria. Yo busco mi unicidad, no mi fuerza globalizada. Mi entereza no se vende, se lee. Así soy yo, uno más
de este mundo despreciable y hermoso. Soy una pieza más de un lugar desdeñable.
Soy lo que muestro y muestro aquello que no soy, pues cada vez que escribo dejo
de existir y pasó a ser lo que escribo.
Un saludo, espero que me recordéis.
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