De cuentos vive el niño.

Cuéntame una historia, una de esas historias que me convierten en un alma espectral y me permiten viajar por mundos repletos de energía y conocimiento, uno de esos cuentos que me relajan y me transportan a paisajes ancestrales, uno de esos relatos que me convierten en un príncipe sin dinero, un príncipe sin princesa. Cuéntame una historia, un pequeño fragmento quemado que encontrases en una botella contaminando el mar, un gran acontecimiento que no sea histórico, por favor, que no sea histórico. Cuéntame algo, susúrramelo al oído cuando estemos haciendo el amor, cuando estemos perdidos en el desierto y tengamos que buscar agua, allí, cuando estemos necesitados o extasiados de placer, cuéntame la historia de algún bandolero, de algún traficante, de algún pirata maleante, de algún tesorero, pero cuéntame una historia, la que sea, pero que no sea verídica. Permite que sueñe, que el relato me haga volar, me convenza de los imposibles, de que los límites se pueden superar, y con solo proponérmelo pueda lograr cualquier cosa; ya sabes, una de esas historias que me hagan amanecer con una sonrisa y con ganas de follar, una de esas ilusiones que me haga soñar tras despertarme, una de esas mentiras que me haga viajar a mundos con gente sabia y buena. Tu concédeme un deseo, un deseo sencillo, un cuento, algo que yo no haya escrito ni escriba jamás, pero algo valioso, de calidad; tú me entiendes, lo sé, me entiendes, y por eso necesito una de esas historias que cada vez que la leo no pienso: “joder que bien está escrita”, no, pienso, y eso ya es suficiente, más de lo que muchos pueden aclamar.

Sí, por favor, quiero una mentira que me haga sonreír, no una mentira que me vuelva torpe, necesito esa mentira que sale de tus labios y surca los cielos, lenta y pausadamente, hasta llegar a mis oídos apabullados, convirtiendo mi desprecio en amable empatía. Solo te pido una cosa, haz el favor de ser como Disney, haz que vuelva a ser un niño. Haz que vuelva a ser un niño y te amaré, pues no hay amor más puro que el que crece en las entrañas de una criatura inocente, ya que al crecer… pues ya saben. 

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