Miedo y asco.
Soy una persona movida por sensaciones; quizá simples
ilusiones fantasmagóricas que ya de antemano transitan como neuronas por mi
cerebro marchito; sensaciones las cuales conquistan con su implacable arrojo mi
gélido corazón. Por tanto, ¿por qué este inicio tan desmarcado? Es bien simple;
“por la repugnancia”. Podría haber comenzado con mis inherentes temas
siniestros e inaccesibles para ajenos o cuerdos contrarios a mi vulgar solipsismo,
incluso pensé en tratar de una forma onírica la realidad lúgubre y nocturna de
la fotografía, pero no lo he podido evitar, su olor repulsivo me conmocionó.
Ese gusano Burtiano a perpetrado mi
ansiosa mentalidad con su estridente pitido visual. Una realidad artificial
humana cuyo único fallo reside la asquerosa vulgaridad de la carne viva. Esa
piel mundana, ese cuerpo groso y arrugado, esas piernas tan perfectamente
alineadas por comodidad; en definitiva, esa alegoría rítmica fruto del desdén
divino que intenta enamorarme cada noche entre el olor funesto de mis sábanas y
mis líricos vómitos sepulcrales. Al verla solo pienso en una cosa; “la grandeza reside en el licor envenenado
de su mitificado susurro”.
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