Inseguridad.

Me pudro, me muero por dentro. Cada segundo es un repulsivo instante de agonía. Cada momento deteriora mi desgastada piel. No soy más que el asco, la decadencia y la mediocridad. No soy nada más que un alma envuelta en un aura de desprecio y simpleza. Un hombre sin fe, sin creencias y sin seguridad. Soy un animal renegado, un pájaro en llamas. Soy el alimento de personas sin luz, sin esperanzas. Soy un despojo capaz de correr en el fragor de las batallas, de huir frente a su sueño y dejarse seducir por el oro y la lujuria. Soy lo despreciable, lo angustioso, lo antagónico. Soy una idea que combustiona mi ser y lo convierte en un estigma diabólico. Soy guardián, soy el símbolo de un final que nos conducirá al comienzo de algo hermoso. Soy la contaminación, la pestilencia. El dolor irrisorio que acaricia con sus garras y te araña con dulzura. Soy la soledad masificada, un virus que condena. Soy la serpiente que muerde tu manzana manchada de sangre. Soy aquello que nadie quiere y todos desean. Soy el sabor amargo de un beso, de una noche de pasión. El miedo y el rencor. La rabia ansiosa. La ansiedad decadente.
Soy el amor de una mirada solitaria e inquieta. Soy tu salvaguarda. Soy aquello que hará de ti algo inquebrantable, algo inimaginable. Yo soy tú, yo lo soy todo.


Aguanta un poquito más, solo un poquito más. 

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